Percusionista y baterista, viene de una multitudinaria seguidilla de shows con el “Mandamás” y este sábado abrirá para el trío con Las Hijas de Piaf. Asegura disfrutar de su “oficio”.
Laura Repezza es una de las músicas que más horas de escena tuvo en el reciente Cosquín Rock. Es que en la instrumentista jujeña, residente en Córdoba desde hace varios años, el domingo 13 de febrero tocó, primero, como baterista de Las Hijas de Piaf y luego como percusionista de Carlos “La Mona” Jiménez, dando pruebas de una sorprendente ductilidad e insinuando una postura estética de apertura total.
A la carga horaria descripta, Repezza le sumará este sábado el show que su banda ofrecerá junto con La Renga, también en el aeródromo de Santa María de Punilla.
“Entiendo que cuando hay esfuerzo, sacrificio, estudio e investigación musical permanente, y actitudes saludables y expansivas sobre el instrumento que ejecutamos, todo ese amor hacia lo que hacemos tiene sus frutos”, dice la batera con relación a este presente de hiperproductividad.
“Considero que el éxito no llega de la nada misma, sino que proviene de pequeñas actitudes diarias que nos llevan hacia nuestros objetivos musicales –sentencia–. Particularmente, estoy muy agradecida por todas las alegrías que la música me da día a día; y sobre todo, a las personas de mi entorno musical, que hacen posible que pisar esos escenarios masivos sea de la manera más profesional que se pueda”.
“Desde la excelencia de los sonidistas, técnicos y todos los trabajadores que están detrás de escena hasta el respeto que existe entre los compañeros y compañeras de banda. Todas estas variables hacen que disfrute mucho latir percusiones al compás de los pies de La Mona”, remata.
–En los tiempos que corren, en la música popular mandan la diversidad, los cruces, la crisis de los géneros puros. ¿Tu espíritu expresivo calza justo con este contexto?
–La forma en cómo vivo el “oficio de ser música” me pone siempre los pies sobre la tierra para recordarme a diario que no existen las verdades absolutas cuando se trata de aprendizaje musical. Y con esto hago referencia a que no hay una sola forma de tocar un instrumento. Por el contrario, coexisten mil maneras. Pienso que abrir la mente y el corazón para incursionar en nuevas formas musicales, entrecruzando nuestra historia con lo que vamos aprendiendo, es lo que nos da el plus como músicos y nos hace tener un mensaje real.
LAURA REPEZZA Y LA POSIBILIDAD DE UNIR BANDOS CONTRARIOS
Laura Repezza siempre quiso venir a Córdoba, la ciudad en la que nació su padre. Pero cuando terminó la secundaria, a sus progenitores les pareció que quedaba demasiado lejos y le sugirieron estudiar en San Miguel de Tucumán.
Y así fue, allí se recibió de psicopedagoga, aunque nunca abandonó su pasión por tocar la batería y percutir todo tipo de superficie. Tampoco dejó de lado la posibilidad de desarrollar todas sus pasiones en nuestra plaza.
“Siempre me apasiona conocer música nueva, es una necesidad permanente de aprendizaje que me impulsa a estar atenta y respetar a todos los géneros”, insiste.
“Por ejemplo, últimamente me di cuenta de que me llaman mucho la atención el tango y el concepto de ‘Fuga’, que tanto me atrapa. Por eso estoy investigando y trasladándolo a la música que hago en este momento de mi vida. A su vez, me apasiona descubrir la historia que atraviesa cada ritmo que aprendo”, revela.
En la continuidad de la charla, Laura Repezza siente que debe profundizar sus sensaciones con retórica musicológica: “Si prestamos atención a la historia de la negritud en Latinoamérica, podemos ver un eje en común en los ritmos provenientes de mestizaje… Y es que sus orígenes conllevan una historia dura que luego se trasladó al arte y que terminó por trascender lo humano”.
“Así es como me generó fascinación leer la historia del ritmo ‘pambiche’, que se desarrolló en la primera ocupación militar norteamericana (entre 1916 y 1924) en Santo Domingo, luego de una tregua entre bandos opuestos. Bandos opuestos finalmente unidos por este ritmo. Esto demuestra que la música puede ir más allá de cualquier ego, de cualquier diferencia social, política, ideológica, económica, cultural y de fronteras”, refuerza.
“Entonces, lo que nos potenciará será mantener la mente y el corazón abiertos para compartir música con otros colegas; también aprender, incursionar, estar dispuestos a probar fusiones y, sobre todo, jamás minimizar un género”, concluye.
Repezza cuenta que viene de una familia folklorista, por lo que trae internalizada nuestra música de raíz nativa: “Eso me lleva a pensar la chacarera en ¾ y a conocer sus secretos y yeites según cada región argentina. La conjunción entre mi música heredada y mi música elegida (el rock) es lo que me hace vivir mi oficio con tanta convicción y seguridad”.
–¿Podés experimentar tocando con Jiménez, irte más allá de los patrones rítmicos sugeridos?
–En la banda de Jiménez, los músicos son muy grossos. Es una aplanadora del cuarteto, realmente. “Conejo” Rivarola y Pablo Pérez siempre nos guían desde su sabiduría y la humildad para que todo suene cada vez mejor. Con Pablo venimos estudiando el lineamiento de base que contempla la experimentación desde la fusión de patrones afroperuanos. Como el festejo, por ejemplo. Esos patrones, sumados a la conjunción de ritmos provenientes del mestizaje entre Latinoamérica y el Congo, Angola y Mozambique, que el gran Bam Bam Miranda incorporó y marcó en la historia de la percusión en el cuarteto. Por su parte, Carlos sabe mucho de música y siempre está muy atento a todos los instrumentos, pero particularmente a los patrones de las percusiones. Me gusta mucho escuchar su opinión cuando incorporamos algo distinto, dado que él tiene una visión que va más allá, y es muy certera, ya que tiene tanta conexión con la gente y sabe lo que va a gustar y lo que no.
–Entonces, la respuesta es sí.
–Para poder incorporar algo nuevo, primero hay que estudiar lo que ya pasó. Es inevitable para mí no poner algo de mi historia en cada incorporación musical, porque para tocar instrumentos tan nobles como los de percusión, es necesario que la relación entre el tambor y el músico sea desde la verdad. Por eso traje instrumentos jujeños a La Mona. De esa forma, logro la fusión entre la maravillosa línea percusiva que dejó el legado del gran Bam Bam, y lo que puedo aportar yo desde mis aprendizajes previos del norte argentino. De más está decir que fue de crucial importancia investigar el disco Raza Negra (1994) para aprender y sumergirme en el estilo percusivo puro de La Mona.
LAURA REPEZZA Y LOS CD RAYADOS DE LA RENGA
–¿Cuáles son tus bateristas (hombres y mujeres) preferidos/as?
–Chad Smith (Red Hot Chili Peppers) y Catriel Ciavarella (Divididos). Ellos son pura garra, pura sangre en el escenario. Catriel tiene un audio expansivo que es el motor de la Aplanadora del Rock. Es un baterista muy maduro musicalmente. Y Chad Smith siempre fue un camión… Yo empecé a tocar la batería escuchando discos de Divididos y de Red Hot Chili Peppers. Lo que me llamó la atención siempre de Chad Smith es el audio que utiliza en su redoblante, la manera de groovear, siempre con mucha personalidad. Los bateristas sabemos cuando está tocando Chad, no hace falta ni verlo para saber que es él. Por otro lado, Cindy Blackman y Sheila E. siempre fueron referentes. Cindy, por la solidez en sus bases; y Sheila, por su apertura musical permanente, ya que ella es baterista y percusionista. Vinnie Colaiuta es simplemente la madurez y el criterio en la música del mundo. Y con respecto al folklore argentino, mi referente es Pedro Pacheco. Tengo la suerte de ser su alumna y poder aprender información muy grossa en cada clase.
–¿Y qué te sugiere La Renga? ¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando te nombran al grupo?
–Lo primero que viene a mi mente es mi hermano Marcos Repezza. Nuestras eternas peleas por los discos de la Renga. Marcos es el fan N° 1 y quien me convirtió en fan a mí. Pero teníamos el problema de que compartíamos la discografía en la época en que todo era en CD, y él siempre se enojaba conmigo cuando yo rayaba alguno. De hecho, hoy me llamó todo el día para pedirme por favor que le consiguiera el nuevo disco. Lo segundo que se me viene a la mente son los amigos de mi pago (San Pedro de Jujuy), porque cuando les conté que el próximo sábado vamos a tocar de teloneras de la Renga, todos me dijeron cosas muy lindas. Pero me emocionó especialmente lo que me soltó uno de ellos: “Quiero viajar en el tiempo y mostrarle esto a la Lau adolescente; seguramente se moriría de alegría”.