Las mascotas domésticas alcanzaron un alto grado de integración social, convirtiéndose en compañía de las familias y alegría de los niños; el cariño y el amor que se pueden ganar por ser amigos y compañeros es inconmensurable, llevándolas al punto de merecer un lugar especial y para muchos “ser de la familia”.
Según una encuesta nacional el 78% de los hogares argentinos tiene mascotas. Ese porcentaje en nuestra ciudad con aproximadamente 20.000 hogares nos dice que 15.600 mascotas conviven con los Sampedreños, mayoritariamente perros y gatos con expectativas de vida entre 13 y 16 años que promediando nos dan unos 14 años.
Un cálculo de probabilidad muy básico, que los matemáticos podrán ajustar, nos da que POR AÑO MUEREN en nuestra ciudad 1.179 MASCOTAS, unas 3 o 4 por día.
Fallecen y deben ser sepultadas, contemos o no con un lugar especial y con Normas Sanitarias que lo regulen, entonces ¿sí nos preocupan las deyecciones que puedan dejar en la calles, por qué no preocuparnos de los teóricos 1.179 cadáveres anuales posiblemente mal sepultados o descartados como residuos?
Por esa razón cuando llegue el momento en que las mascotas deban partir, sería valioso disponer de espacios y servicios que permitan tratarlas con la dignidad que su familia desea y con el cuidado sanitario que la comunidad requiere.
Apresuradamente puede considerarse que la idea de crear un cementerio de mascotas es una banalidad, pero es todo lo contrario; con correctas prácticas de disposición de los cadáveres beneficiaríamos la sanidad comunitaria y apoyando un micro emprendimiento generaríamos trabajo para más de una familia brindando servicios de traslados, sepulturas, ornamentación, etc. Muchos aman tanto a su mascota que gustosamente asumirían un gasto razonable.
Una idea que seguro puede ser mejorada, es que el municipio disponga el terreno y las Normas Sanitarias, conceda el servicio a un emprendedor fijando tarifas con un plus solidario para atender los animales de quienes tengan limitaciones económicas. En el futuro, la incineración controlada en micro crematorio para mascotas sería un valioso complemento.-
FOTOGRAFÍAS:
1 – “Raúl”, un perro que vivió 17 años en la Casa de Gobierno de La Rioja y con su muerte en 2016 entristeció a la comunidad riojana que decidió sepultar sus restos al frente del Palacio de Gobierno. Allí lo recuerda una estatua tamaño natural con su figura y una placa que reza: “Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos”. “En homenaje al perro ‘Raúl’, fiel guardián de Casa de Gobierno, 26-12-2016”
2 – “Fernando”, murió en Resistencia-Chaco el 28 de mayo de 1963 y sus restos fueron enterrados en la vereda de “El fogón de los arrieros”, un museo de la ciudad. Allí puede leerse un epitafio que dice “A Fernando, un perrito blanco que, errando por las calles de la ciudad, despertó en infinidad de corazones un hermoso sentimiento”. La canción “Callejero”, de Alberto Cortez fue dedicada a su memoria. Hay dos esculturas: una sobre su tumba y otra, la de la fotografía, de bronce frente a la Casa de Gobierno, además de placas recordatorias en diferentes puntos la ciudad.
3 – Tumba de “Mancha”, no fue famoso en su comunidad pero si muy querido por “su familia” a la que acompañó y protegió durante 13 años.