Es parte del camino que nos conduce al límite con Chile sobre Ruta Nacional Nº 52, caracterizado por el serpenteo del camino y por el paisaje imponente que representan la Quebrada de Sepultura y Lipán.
Avanzando en la altura desde Purmamarca por la serpenteante Cuesta de Lipán, la vegetación va desapareciendo. Los colores de los cerros se pierden en la lejanía. Solo unos pocos animales, algunas llamas, un par de burros, se dejan ver al costado del camino. Como de repente, en el horizonte asoma un desierto basto blanco.
Se trata de un camino de cornisa –con ruta totalmente asfaltada y en muy buen estado- conformado por centenares de curvas a cuyo alrededor la vegetación va desapareciendo hasta ser prácticamente nada.
Hacer un alto en algún punto de esta cuesta permite disfrutar de magníficas vistas panorámicas de la Quebrada de Humahuaca, del Nevado del Chañi –límite de la Quebrada con las Salinas – y hasta de la Cordillera de los Andes. El punto más alto del recorrido se encuentra en el Abra de Potrerillos donde un monolito –que es cita obligada para la fotografía- marca 4.170 m.s.n.m. y donde los artesanos se reúnen a la espera de los turistas.